Me cuesta encontrar personas del mundo de la política con las que sienta afinidad, tanto en las ideas como en las formas.
Procuro tomar lo mejor, de un lado del espectro o el otro, pero en la entrevista de Pachecho a Luis Carlos Galán en 1989 -la última antes de su asesinato- encontré una sintonía de principio a fin con este político, tanto en su pensamiento, como en su estilo, tímido sentido del buen humor, trayectoria profesional, gustos y visión. Y en particular, con la manera como se definió, después de que Pachecho le dijera que tenía fama de “trascendental” a lo cual asintió, diciendo que efectivamente se tomaba muy en serio las cosas.
El concepto de lo trascendental me atrae, tanto en la vida en general como en la política. Procurar ver más allá de lo evidente, esforzarse en comprender las razones, también las emociones y tomarse en serio lo que pasa en el país y el mundo, es algo natural para mi.
Por trascendental entiendo además, lo que va más allá de lo terrenal, y por lo tanto de una visión de la vida que no se agota en lo inmediato.
La cultura de la inmediatez generada quizás por la hiperconexión y dependencia de las redes sociales, nos ha llevado a buscar ideas y soluciones rápidas y satisfactorias a problemas complejos.
Así, las conversaciones largas, los discursos estructurados y las reflexiones argumentadas, se convierten en material de no consumo. Vale la pena llevar la contraria al algoritmo, al populismo, al facilismo y casi todo lo que termine en “ismo”. Merece el esfuerzo nadar contracorriente aunque haya pocos likes, que finalmente, poco o nada valen la pena.
Quizás lo contrario a lo trascendental es lo frívolo. Alguna vez le aprendí a una jefe que uno debe definir lo que es y también lo que no es, y lo que no quiero ser es frívolo. El liderazgo en general y en particular la política se han vuelto frívolos, básicos y complacientes con el apetito del consumidor digital. Puede que esto sea la tendencia, pero de lo que no me cabe duda es que será pasajera y no presenta respuestas profundas a preguntas y situaciones difíciles.
Terminaría proponiendo que lo trascendental no es sinónimo de aburrido, frío o indiferente. Esta óptica para leer el mundo debe estar acompañada del humanismo; la historia, la literatura, la filosofía y también las tendencias globales.
Se puede ser trascendental sin ser un filósofo de caverna o un pensador ajeno a lo que ocurre en la sociedad. Esta será la apuesta de este newsletter; observar, leer y en ocasiones proponer soluciones e ideas para la sociedad, desde la trascendencia, el humanismo y un toque de optimismo.
Hablaré aquí de política, relaciones internacionales, librosy películas, desde una posición personal que puede ser más difícil de transmitir en los medios tradicionales donde he participado desde hace años.
Gracias por leer Trascendental, espero que disfruten este espacio y sea un buen lugar de conversación y debate.
Fede, trascender en la vida es dejar huella, siempre he sido un fiel lector de tus columnas, has sido una persona ecuánime, no te dejas llevar por el momento o las pasiones, has sido neutral y eso es trascendental, gracias por permitir que algunos podamos retroalimentarnos desde tus experiencias.